Como Franke Jan tenía un coche alquilado, quedamos Irena y yo con él en que nos recogería en Porta Nigra a las 9 menos veinte para subir a la Uni. El tío llegó, con Bartek de copiloto, pasadas las menos diez; pero parecía conocerse al dedillo el recorrido, como si llevara conduciendo por esas calles toda la vida (se conocía hasta qué calles eran de un solo sentido, ¡y llevaba sólo un día allí!); así que llegamos en un periquete. Bueno, en realidad tuvimos que echarle un vistazo al jeroglífico (también llamado mapa del campus) que llevábamos en nuestros booklets de color amarillo (este librito era el programa detallado, información sobre la SU, los organizadores, la universidad y la ciudad; vamos, que junto al plano de Tréveris, esta era nuestra Biblia). Aparcamos. Mmmm, primer problema,
¿dónde? Todos los aparcamientos parecían estar lejos de cualquier edificio.
Nada, pues andamos. Segundo problema, ¿y a qué edificio tenemos que ir?
Ummmm creo que es el edificio C. Vale. ¿Y cuál de estos puñeteros edificios es el C?, ¡¡si son todos exactamente iguales!!

Todos igualitos, sólo cambiaba el tono o el color
Finalmente descubrimos que donde había una enorme letra C se trataba del edificio
ídem (parece lógico, pero cuando vas con prisas parece que todo se nubla, aunque fuésemos cuatro mentes pensantes).
Esa mañana había alguna gente más que no habían estado la tarde anterior en la bienvenida, tanto participantes como miembros de AEGEE-Trier. Tuvimos un discursillo de acogida universitaria de los organizadores, que además nos recaudaron la tasa de la Summer University; y tuvimos unas breves palabras del Rector de la Uni, que nos explicó tanto en inglés como en alemán la historia y situación actual de la Universidad de Tréveris (afortunadamente, la Uni era joven, y él también, y no se alargó mucho). Como ya habíamos tenido tiempo de observar, esta ciudad gira en torno a su Universidad, en torno a sus estudiantes, que vienen de todo el país y de muchos otros lugares. De hecho me sorprendió la enorme cantidad de estudiantes extranjeros que había. En especial los orientales, quizá no hubiera más que en Murcia, pero allí no están escondidos.

El Rector, diciendo cómo mola la ciudad y su Uni ;)
Y a continuación, el examen de nivel, para dividirnos en grupos. Yo había estado un ratito la tarde anterior repasando con ayuda de Lilli y Maria (¡qué dos soletes!), pero no sirvió de mucho. Había cuatro apartados. Primer ejercicio: rellenar los huecos con 1 de las 4 opciones proporcionadas. Este era claramente el más sencillo. No tuve demasiados problemas, salvo en una frase. Segundo ejercio: las puñeteras preposiciones alemanas. A parte de que varias de ellas no las había visto nunca, cada una rige una declinación determinada, con lo cual es un lío de tres pares. Me lo inventé. Tercer ejercicio: un folio de lectura y comprensión del texto. Más o menos pillé la idea general; era un artículo de periódico sobre los hábitos alimenticios de los alemanes durante los partidos del mundial de fútbol; vale, eso lo pillé, pero intentar contestar a las cinco preguntas, de las cuales no entendía la mitad, fue inútil; me consta que hubo gente que las contestó en inglés, pero a mí eso me parecía absurdo. Cuarta y última cuestión: descubrir en una caricatura del estereotipo alemán, los clichés y tópicos de los alemanes; esta era fácil y fue un amable toque de humor que agradecimos especialmente los cuatro o cinco que sabíamos que íbamos a estar en el grupo de principiantes.

Concentrados durante el exámen
Después nos dieron un rápido y ameno recorrido por los sitios claves de la Universidad (no, no fuimos a ningún bar). Me refiero a los principales edificios, la biblioteca, la sala de ordenadores, y por supuesto el comedor universitario, llamado Mensa. Siempre me hacía gracia esta palabra, me recordaba al Chavo del Ocho (¡mensooo!). Un día les expliqué a mis colegas qué significaba en español el hecho de comer Mensa Food (comida de mensos, por tanto), y casi se atragantan de la risa. La comida en el Mensa era... comible. Los organizadores nos daban 2€ en la puerta y con eso bastaba para el menú básico; es innegable que la relación producto/precio era buena, y aunque no había mucha variedad de un día a otro (¡¡cómo echo de menos, ejem ejem, esa sopa de sobre!!), como siempre llegábamos con hambre, dejábamos los platos limpicos.

Primera comida mensa :D