Sucedió un 12 de julio...
Dos años han pasado. Hoy es un día especial, no sólo porque han terminado los exámenes (hasta septiembre, que no nos escapamos nunca), sino porque fue justo hace dos veranos cuando finalizó una etapa de mi vida y comenzó otra.
Parece coincidencia que la canción "Días de verano" -actual single de Amaral- exprese con tantísima precisión lo que sentía y viví en aquel momento y durante un largo periodo (cuánta razón, genio Sabina, tenías cuando decías que tardabas en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches). Os transcribo la letra -de la de Amaral-, porque en ese instante, y ahora realmente tampoco, no podría haber expresado mejor mi sentir por aquel entonces (sólo tacharé una frase con la que no me identifico).
La tercera parte de mi vida, como yo la llamo, avanza repleta de anhelos, ilusiones y metas, pero también -por qué negarlo- de miedos, sufrimientos y dificultades. Y eso, creo yo, es lo que significa vivir.
No puedo, qué menos, dejar de dar las gracias a todos, porque habéis estado ahí, en mayor o menor grado, consciente o inconscientemente. Porque habéis aportado algo a mi vida, vuestra huella se ha imprimido en mi carácter de forma permanente. Tan importante ha podido ser -qué se yo- una conversación (o incluso sólo unas palabras), como un gesto a la hora de pedir un café, o unas risas al compartir unos vinos, o una simple comida (o cena) alrededor de una mesa. Sois grandes, de corazón, de espíritu. Grandes personas, a las que considero un lujo tener cerca. Y esto sí que se merece un amén, así sea.
Parece coincidencia que la canción "Días de verano" -actual single de Amaral- exprese con tantísima precisión lo que sentía y viví en aquel momento y durante un largo periodo (cuánta razón, genio Sabina, tenías cuando decías que tardabas en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches). Os transcribo la letra -de la de Amaral-, porque en ese instante, y ahora realmente tampoco, no podría haber expresado mejor mi sentir por aquel entonces (sólo tacharé una frase con la que no me identifico).
- No quedan días de verano para pedirte perdón,
para borrar del pasado
Sin besos de despedida y sin palabras bonitas,
porque te miro a los ojos y no me sale la voz.
Si pienso en ti, siento que esta vida no es justa,
si pienso en ti y en la luz de esa mirada tuya.
No quedan días de verano, el viento se los llevó
y un cielo de nubes negras cubría el último adiós.
Y fue sentir de repente tu ausencia, como un eclipse de sol,
¿por qué no vas a mi vera?
Si pienso en ti, siento que esta vida no es justa,
si pienso en ti y en la luz de esa mirada tuya.
Desde esos días de verano, vivo en el reino de la soledad.
Y nunca vas a saber cómo me siento, nadie va a adivinar cómo te recuerdo.
Si pienso en ti, siento que esta vida no es justa,
si pienso en ti y esa mirada tuya. No quedan días de verano.
La tercera parte de mi vida, como yo la llamo, avanza repleta de anhelos, ilusiones y metas, pero también -por qué negarlo- de miedos, sufrimientos y dificultades. Y eso, creo yo, es lo que significa vivir.
No puedo, qué menos, dejar de dar las gracias a todos, porque habéis estado ahí, en mayor o menor grado, consciente o inconscientemente. Porque habéis aportado algo a mi vida, vuestra huella se ha imprimido en mi carácter de forma permanente. Tan importante ha podido ser -qué se yo- una conversación (o incluso sólo unas palabras), como un gesto a la hora de pedir un café, o unas risas al compartir unos vinos, o una simple comida (o cena) alrededor de una mesa. Sois grandes, de corazón, de espíritu. Grandes personas, a las que considero un lujo tener cerca. Y esto sí que se merece un amén, así sea.
1 Comments:
Olé tus cojones
Publicar un comentario
<< Home